martes, junio 20, 2006

Casi noche


Este martes aún no amanece.
El gris se ha apoderado de las montañas y los cerros y los autos,
y transcurre en frío glacial que invita a mantener los cobertores.
Algún error de la energía ha desatado que sea de mañana, siendo aún de noche.

Tal vez, no sé, no sea sólo hoy el equivocado.
No es finalmente, un asunto de sol más o sol menos:
tiene que ver con la sensación de no inicio,
o de guateo,
para ser más exactos.

Eso de estar seguro, ahora sí, de la vida que está en otra parte.
Vil plagio, pero más cierto que muchas encuestas.
Podría decirse también,
que nosotros los de entonces,ya no somos los mismos.
Y buscamos el apoyo epistolar, o el abordaje de Plaza Ñuñoa..
a falta de certezas más dignas.

Además, “todos” se están perpetuamente yendo de aquí.
Habremos de quedar los “últimos hombres”,
aquellos que se quedan porque sienten que dónde sea,
No hay dónde.

miércoles, junio 14, 2006

Bellavista por dos, y un arcoriris.

Los contrastes suelen ser vanos; un arcoiris inocente disfrazado de verdugo,
Unas calles re vistas, en ausentes compañías:
( fantasmas de olvidos o Lázaros asomando en sus casillas).

Ruidos infernales que traen malas noticias.

Sumemos: desencantos colectivos, y un leve sopor funcionario.
El frío permanente, el blog inconcluso,
dos rebeldías sepultadas.

Caminatas extrañas con extraños en el día.
Retóricas baratas; y versos que no resultan
en noches disfrazadas..

De remate el arcoiris resulta tesoro escondido.

Demasiado hasta para un otoño invierno
de exceso de personal a diestra y siniestra;
Mucha gente en esta agenda.
Acabar con la gente? Eso es casi nada,
comparado con la diaria tarea de fingir alabanzas.

Estos si son versos, riman por completo.
De un tirón, una sonriente versión de la mañana.

martes, junio 06, 2006

Memorias revisitadas de Bellavista.

No podría sino haber sido en domingo casi seco
-de Mayo sobre todo-
Cuando al son de los pasos de ese día,
rescaté los tinglados y a unas calles.

(No habría podido ser sino esa tarde,
silente y nuevecita,
cuando escogí nuevamente, no subir la graderías).

Todo eso que era mío ahora vuelve,
a redimir la imperecedera ruina.

Ni él ni yo sabíamos al despedirnos,
Cuándo, cómo y dónde nos refundaríamos en un dibujo de ese cielo..
Ha cambiado como yo he cambiado, o seguimos siendo los mismos:
que se quedan en los atardeceres congelados pero vivos;
que se pasan de vereda distraídos alarmando al vecindario;
que no ven ni oyen, sólo sienten;
y que codician no más, pasar de curso.


Y hay que decirlo todo: en una compañía así tan leve,
que inventó y adivinó una marcha al compás de mis sentidos.
Una de esas compañías que debieran quedarse en las esquinas
y asaltarlo a uno de noche,
para restaurar silencios abrazando el sueño.

Bellavista ahora entonces, reaparece instituyendo más memorias:
los pasos-el cielo sin previo aviso-
Y una figura nueva que se vino conmigo.